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Por tercera vez, pasé el trapeador sobre los blancos pisos de la casa.

El reloj marcaba las 10:40 de la noche, estaba todo en silencio… oí la llave y... con una vuelta, la puerta se abrió, dando paso a mi esposo.
Suele, sala de estar.
Lo miré a los ojos y sonreí asustada. Cerró la puerta y aventó las llaves sobre el sillón de la sala.

A su al derredor la casa impecable, como a él le gustaba que estuviera,
la mesa con todo lo dispuesto para servirle la cena.

Bueno al menos a él.
Sin decirme nada se sentó a la mesa y me acerqué, no sé para qué cosa, y él con su voz ahogada en cerveza me gritó…

¡¿Y... AHORA QUÉ ESPERAS?!
Inmediatamente fui a la cocina y recalentaba lo que ya había hecho de cenar.

Me olvidaba del agua y la sal… -le dije.
Suele, cena exquisita.
¡¡SÍ CÓMO NO, SI PARECES NUEVA... CHIN...!!
No sé cómo, ni en qué momento, pero… iba a pasar lo irremediable.

Siempre era así, me lo decían mis nervios, en el estómago sentía algo revuelto, eso era desde la tarde, ahora sé que pasaría.
Ni siquiera dio más de 2 bocados, cuando aventando el plato a el medio de la mesa me gritó...
¡¡LOS FRIJOLES ESTÁN TAN FRÍOS QUE NI LA MANTEQUILLA SE DERRITE...!!

-dijo parándose.
Suele, cena arruinada.
¿Te los vuelvo a calentar…?

-le contesté
¡¡SIEMPRE LAS MISMA PENDEJADAS CONTIGO, NO SÉ NI CÓMO TE HE AGUANTADO TANTOS AÑOS!!...

¡¡YA ERA PARA QUE HUBIERAS AGARRADO LA ONDA!!…

¡¡Y QUÍTATE PORQUE NO RESPONDO!!
Acto seguido se fue a dormir.

Respiré profundo y me fui a la cocina con el plato en mano, asustada y dándole las gracias a dios porque se fue a dormir.
Suele, Agresión física.
Empecé a llorar muy pero muy quedito, abrí la llave del agua y me enjuagué mi cara…
¡de pronto!... sentí un fuerte jalón en el cabello...

¡¡ERA ÉL!!
¡¡Y AHORA QUÉ?! ¡¡YA ESTÁS DE LLORONA, TE HACES LA SUFRIDA CON TUS LÁGRIMAS DE COCODRILO!!
¡Suéltame, suéltame por favor!...
¡¡CÁLLATE!!…

¡¡CÁLLATE TE DIGO, NO SÉ CÓMO TE FUI A CONOCER!!…

¡¡LA MALA SUERTE QUE ME HAS TRAÍDO!!...
Suele, habitación silenciosa.
Y me pegaba en la cara y en los brazos... primero quedito… después más fuerte... ¡¡FUERTE... FUERTE!!

Decía... -¡¡UN DÍA DE ESTOS TE VOY A MANDAR A LA CHIN…!!

Y me seguía golpeando, “no demasiado fuerte”, él sabía hasta dónde yo aguantaría.
Me sentí desvanecer, tal vez porque me pegaba cerca del oído y un hilito electrizante, que iba de mi nariz a la frente, me advertía que ya venía la sangre.
Suele, en la sala.
Yo… ni siquiera me movía, para no quebrar mis cosas de la casa, ya que, así como la tenía, era mi orgullo...

Y... sobre todo, no quería que mis dos hijos se despertaran.

Uno tenía 10 y el más chico 4 años.

A veces me dejaba de golpear “luego-luego”, y otras veces no seguía, porque mi hijo de 10 años se despertaba.

¿Mamá... mamá... qué pasa? ¿ya llegó mi papá?

Si, si... “mijito” -le contestaba él ... Vete a dormir que estoy platicando con tu madre.

Me volteaba a mirar amenazadoramente como para que no dijera algo delante del niño.
Suele, padre e hijo.
Se lo llevaba a acostar diciéndole...

-Te quiero mucho mijito... sin ti... no sabría que hacer...

¡Y TÚ!… ¡¡MAÑANA LIMPIAS, VETE A DORMIR!!

Y me quedaba dormida así... vestida... a sabiendas que...

"ÉL TUVO UN MAL DÍA"

Mañana... mañana… será otro día.


* * * * * *
Fin
Suele, hijo agresivo.
Suele, un hogar impecable.
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